viernes, 31 de enero de 2014

LA PRIVACIDAD Y LAS REDES SOCIALES


Cuando estamos dentro de nuestra casa, cerramos la puerta con llave, corremos las cortinas para que no nos vean los vecinos y somos tremendamente celosos de nuestra intimidad. Si algún amigo nos visita puede que le enseñemos el álbum de fotos familiar, pero en modo alguno estaríamos dispuestos a darle alguna de esas fotos para que el las enseñara por la calle. Protestamos por los correos basura que recibimos, protestamos si alguien nos fotografía o graba sin nuestro consentimiento y montaríamos un buen follón si alguien colocara una foto o una carta nuestra en el tablón de anuncios de la comunidad de vecinos.

En la misma medida, en nuestro trabajo mantenemos esos mismos hábitos de privacidad o intimidad y sólo con algún compañero/amigo compartimos cosas personales. Nos molesta que vean las cosas que tenemos en nuestra taquilla o mesa de trabajo y nos cabrearía mucho mas que alguien accediera a nuestro e-mail. En este caso, si ocurriere, hasta estaríamos dispuestos a querellarnos contra esa persona o empresa que ha osado acceder a eso tan íntimo y personal.
Pero ¿qué ocurre cuando nos movemos en las redes sociales? ¡¡qué contrasentido!!. Dentro de las redes sociales nos movemos como auténticos exhibicionistas. Agregamos mas y mas amigos, que en la mayor parte de los casos ni tan siquiera conocemos personalmente. Colgamos todo tipo de fotos, contamos nuestra vida en fascículos, criticamos a nuestras empresas, colocamos en nuestro muro comentarios desafortunados y ni tan siquiera nos preocupamos de configurar correctamente nuestras opciones de privacidad. Y claro, ocurre lo que ocurre. Y ¿qué es lo que ocurre?.

Pues ocurre que un buen día tenía muchas ganas de irme una semanita a la nieve con los amigos, pero tenía mucho trabajo en la empresa. Así que, como no era cuestión de dejar sólos a los amigos, me fui al médico, pedí la baja y asunto resuelto. Después de cada sesión de esquí en el hotel me conectaba con el portátil y en el muro de Facebook comentaba la jornada de esquí así como la gran forma física que tenía. ¡¡qué bien!! ¡¡qué semana tan fantástica de nieve!!... En problema es que el lunes, cuando me incorporé al trabajo, me avisaron para pasar a ver al jefe de recursos humanos. Despido ipso facto y a la cola del Inem.
También ocurre que un buen día colgué varias fotos de las vacaciones que había pasado en Palma y entre ellas destacaba una en la que mi mujer lucía en bikini su espléndido palmito. Alguien bajó esa foto y se la quedó. No sé las razones, pero ese alguien decidió hacerme una putadita. Algunos días después, en el parabrisas de todos los coches aparcados en las calles adyacentes al lugar donde vivo, aparecieron unas octavillas muy bien elaboradas en las que aparecía la foto de mi mujer en bikini y el siguiente texto: "MADURITA. Discreta, educada y fogosa. Busco sexo esporádico. No cobro. Llámame al tf. xxxxxxxx. Te espero". El teléfono era el mio. Ya se pueden imaginar el bochorno. Formulé denuncia en la Comisaría de Policía, pero hasta hoy. No se ha podido encontrar al autor de la fechoría.
O al igual que ya comenté en un post anterior, ocurre que un joven con un estupendo curriculum y unas grandes dotes comerciales, fue excluido tras quedar finalista en un proceso de selección, a causa de todos los rastros negativos que había dejado en la red. También ocurre que un joven al que unos amigos le hicieron una grabación contando cómo una chica le había dado calabazas y que después hizo furor en YouTube con mas de tres millones de visitas. El video lleva el título de "contigo no. bicho".
O lo que le ocurrió a una conocida política asturiana que esperando al avión para regresar a Oviedo, decidió entrar en Facebook utilizando la red Wifi del aeropuerto. Como esta red estaba desprotegida y su portatil también, otro usuario entró en su perfil, suplantó su personalidad y escribió algo parecido a esto: Estoy muy caliente y cuando llegue a casa espero que algún voluntario me eche un polvete ¿alguien está dispuesto?.

Señores, que no se trata de cuentos. Que lo que relato son hechos reales ocurridos como consecuencia del poco interés que ponemos en preservar nuestra privacidad en las redes sociales. Como decía antes, somos un auténtico contrasentido. Por un lado defendemos con uñas y dientes nuestra vida privada en nuestra casa y en la empresa donde trabajamos y por otra aparecemos en Facebook y similares comportándonos como auténticos exhibicionistas.
Ufffs. qué raros somos. No hay quien nos entienda.

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